
El apoyo a Argentina enfrenta a Trump con una base clave de su electorado
Productores agrícolas de EE.UU. expresan su malestar por el respaldo a Milei, en un contexto de disputa con Argentina por el mercado sojero en China.
La ayuda de EE.UU. a la Argentina enciende la furia del campo estadounidense y complica a Trump
NUEVA YORK.— La millonaria asistencia financiera de Estados Unidos a la Argentina, combinada con el avance de las exportaciones de soja argentina a China tras la eliminación de retenciones, desató una fuerte reacción en el corazón del agro norteamericano, un sector clave de la base electoral de Donald Trump.
«Los agricultores están muy molestos por la venta de soja argentina a China justo después del rescate financiero otorgado por Estados Unidos», advirtió el senador republicano Chuck Grassley, representante de Iowa, uno de los principales estados productores de soja del país.
La declaración de Grassley reflejó el malestar creciente entre productores, entidades del agro y legisladores de ambos partidos. A medida que la noticia se propagó, las quejas se multiplicaron con velocidad, encendiendo un conflicto inesperado para la campaña de Trump, quien ve en los agricultores rurales uno de sus núcleos de apoyo más sólidos. En las últimas elecciones, superó por 40 puntos a la demócrata Kamala Harris entre ese electorado, según un informe del Pew Research Center.
Soja, geopolítica y negocios
El trasfondo del malestar es claro: Argentina, tercer productor mundial de soja, aprovechó el respaldo de EE.UU. para lanzar una ofensiva comercial en el mercado chino, principal comprador global del grano. Lo hizo tras suspender temporalmente los derechos de exportación, medida que le permitió cerrar un acuerdo para vender unas 1,3 millones de toneladas de soja (unos 20 buques) a China en solo dos días.
Mientras tanto, China no compra soja estadounidense desde mayo, según datos del Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA), en gran parte por los aranceles que impuso Beijing como represalia a la guerra comercial lanzada por Trump. El resultado: los agricultores norteamericanos quedaron fuera del mayor mercado del mundo.
“¿Por qué ayudar a rescatar a Argentina mientras se queda con nuestro mercado?”, cuestionó Grassley. “Deberíamos estar usando nuestra influencia para fortalecer la economía agrícola nacional. Los agricultores familiares deberían ser una prioridad para nuestros negociadores”.
El enojo escala en Washington
La tensión escaló en el Congreso. La representante demócrata Marcy Kaptur fue aún más dura: “Argentina está socavando a nuestros productores con la eliminación de retenciones, y mientras tanto, el Tesoro de Trump envía 20.000 millones de dólares a Buenos Aires. Esto es otro golpe a los granjeros de Indiana”, publicó en la red X, junto a una nota titulada “El rescate de Trump a Argentina es el último golpe para los productores de soja”.
El descontento también fue expresado por la Asociación Americana de la Soja (ASA). Su presidente, Caleb Ragland, dijo que los precios locales del grano cayeron mientras los productores veían titulares sobre un rescate millonario a la Argentina. “La economía agrícola sufre mientras nuestros competidores desplazan a EE.UU. del principal mercado importador del mundo”, sentenció.
En Carolina del Norte, Trey Oliver, productor y seguidor de Trump, también manifestó su frustración: “Claro que nos afecta, estamos en plena cosecha. Es un momento muy difícil”.
Trump intenta contener el daño
Frente al creciente malestar del agro, Trump prometió usar parte de los ingresos generados por sus aranceles para compensar a los productores. Sin embargo, la secretaria de Agricultura, Brooke Rollins, advirtió en una conferencia en Kansas City que aún no hay un plan definido, aunque aseguró que están “muy cerca de anunciar una medida”.
Un detalle curioso visibilizó aún más la tensión: durante la Asamblea General de la ONU, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, fue fotografiado revisando un mensaje de texto que decía:
“Ayer rescatamos a la Argentina y, a cambio, bajaron sus aranceles a la exportación de granos, redujeron precios y le vendieron a China, justo cuando nosotros deberíamos estar vendiendo. Esto presiona aún más los precios locales y le da a China más poder sobre nosotros.”
El mensaje, presuntamente enviado por una persona identificada como “BR” —coincidiendo con las iniciales de Rollins—, resumía el malestar en el agro y el revés político que enfrenta la administración.
Un golpe profundo al campo estadounidense
La soja representó casi el 20% de los ingresos por cultivos comerciales en EE.UU. en 2024, con una facturación de 46.800 millones de dólares, según el USDA. Cerca de una cuarta parte de esas exportaciones iban a China, pero los aranceles impuestos por Xi Jinping —como respuesta directa a la política de Trump— cerraron ese mercado, abriendo paso a competidores como Brasil y Argentina.
Ryan Loy, economista agrícola de la Universidad de Arkansas, señaló:
“No es personal, es un negocio. Al final, China compra donde es más barato”.
Pero para los productores norteamericanos, las consecuencias son reales. Según Bloomberg, el número de granjas familiares que entraron en quiebra en 2025 alcanzó su nivel más alto en cinco años. Los precios de la soja cayeron un 40% desde el pico de 2022, mientras los costos de producción —fertilizantes, semillas y logística— siguen en aumento.
En el medio oeste, como en Dakota del Norte y Minnesota, los granos se acumulan por la caída en las exportaciones, hundiendo los precios internos. Los productores venden su soja a cooperativas a valores por debajo del mercado, perdiendo rentabilidad por tercer año consecutivo.
Kyle Jore, agricultor y economista en Minnesota, resumió el panorama:
“Quienes venden ahora, lo hacen asumiendo grandes pérdidas. Y las van a tener que absorber”.