
El proceso de apreciación del tipo de cambio se ha detenido y se espera que el dólar enfrente mayor presión hasta las elecciones.
Desde la implementación del esquema de flotación con bandas, la economía argentina dejó de encarecerse en términos de dólares. La desaceleración de la inflación fue un factor clave, aunque en junio podría registrarse un leve repunte tras el 1,5% de mayo. De cara al segundo semestre, las expectativas de los inversores se mantienen positivas.
Déficit de cuenta corriente: foco del debate económico
El déficit de cuenta corriente del primer trimestre captó la atención esta semana, ya que por primera vez desde el inicio del gobierno de Javier Milei, el saldo registró un rojo superior a los USD 5.100 millones. Dos factores explican este deterioro: un fuerte aumento de las importaciones, que redujo considerablemente el superávit comercial, y un récord en los viajes al exterior.
Este drenaje de divisas genera preocupación entre los economistas, ya que requiere financiamiento externo, cuya disponibilidad no está garantizada. No obstante, desde el equipo económico minimizaron la gravedad del desbalance. El secretario de Política Económica, José Luis Daza, afirmó que el déficit de cuenta corriente podría alcanzar como máximo el 2% del PBI en 2025, un nivel que no consideran alarmante. Daza subrayó que el repunte de las importaciones es reflejo de la recuperación económica, algo que, según él, era totalmente previsible.
En relación al turismo emisivo, el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, defendió en redes sociales la libertad de los ciudadanos para usar sus dólares como deseen. En el primer trimestre, el rubro “Viajes” arrojó un déficit récord de USD 3.464 millones. Entre enero y mayo, salieron del país 9,7 millones de personas, frente a 3,9 millones de ingresos, lo que implica un desequilibrio de casi 6 millones de turistas, un 61% más que en 2018.
Tipo de cambio: señales de piso en el proceso de apreciación
Este deterioro externo se interpreta también como una señal de la apreciación cambiaria que atraviesa la economía. En otras palabras, Argentina se encareció en dólares de manera abrupta. Sin embargo, esta tendencia parece haberse frenado en los últimos meses. Desde la implementación del régimen de flotación con bandas en abril, el dólar oficial subió de $1.070 a $1.190, mientras la inflación se desaceleró hasta el 1,5% en mayo.
Según datos del Banco Central, el tipo de cambio real multilateral se incrementó un 10% respecto a los niveles anteriores al acuerdo con el FMI. Esto sugiere que, al menos en el corto plazo, la apreciación del peso podría haber encontrado un piso sólido. Aun así, se trata de un proceso en evolución: las estimaciones privadas indican que la inflación de junio se habría acelerado levemente, acercándose al 2%.
Perspectivas cambiarias y presiones preelectorales
Mirando hacia julio, resurgen las dudas sobre la evolución del tipo de cambio. Se anticipa una caída estacional en la oferta de divisas por parte del agro, debido al fin de la rebaja de retenciones a la soja. A esto se sumaría una mayor demanda por cobertura preelectoral, un patrón habitual en el país.
El equipo económico apuesta a que los egresos por cuenta corriente sean compensados con ingresos de capital. El vicepresidente del Banco Central, Vladimir Werning, afirmó que existen múltiples herramientas para acumular reservas: colocación de bonos en pesos, acuerdos repo con bancos internacionales y compras puntuales de dólares por parte del Tesoro. Estas estrategias ya llevaron las reservas brutas a USD 41.400 millones.
No obstante, un informe de la consultora Invecq advierte que la actual estrategia podría modificarse tras las elecciones de octubre, ya sea por decisión del Gobierno o por reacción del mercado. Hoy, el foco está en consolidar la desinflación, lo que explica la renuencia a intervenir en el mercado cambiario dentro de la banda y la preferencia por mecanismos indirectos como futuros o desregulaciones para atraer inversiones financieras del exterior.
Mercados: expectativas de cara al segundo semestre
Aunque el Gobierno no muestra preocupación por la salida de dólares ni por las dificultades para acumular reservas, estos temas generan inquietud en los mercados. El riesgo país se mantiene en torno a los 700 puntos básicos, pero los analistas esperan que baje a 500 hacia fin de año. El próximo pago de deuda, superior a USD 4.000 millones, es visto como una señal positiva, ya que refleja voluntad de pago y podría beneficiar los precios de los bonos si parte de esos fondos se reinvierte.
Las elecciones de octubre serán clave para los inversores, ya que permitirán medir la solidez política del oficialismo y podrían habilitar reformas estructurales, como cambios en el sistema impositivo o en las leyes laborales.
De cara al segundo semestre, la expectativa es que los activos argentinos recuperen parte del terreno perdido. El índice Merval, medido en dólares, acumula una caída del 25% en 2025, mientras que los bonos, que duplicaron su valor en 2024, muestran una pausa en su recuperación.
La salida gradual del cepo, el fortalecimiento de reservas, la continuidad en la baja de la inflación y un buen resultado electoral en octubre serán determinantes para atraer nuevamente a los inversores al mercado argentino.